Habla Azorín

En la primera mitad el autor describe el escenario: la casa "de un pobre labrador", y los bancales, y los campos. Narra los primeros momentos del día del pobre labrador. Actividad cotidiana, intrascendente, con referecias a la permanente sequia de su tierra de levante. En la seguda parte, en un momento dado, "el escritor para la maquina de escribir, es la hora en que ha de marcharse a sus ocios...". El vagar, la quietud, el ocio, la paz espiritual, cuenta Azorín, son elementos imprescindibles -"la mayor levadura"- para la gestación artística. La emoción en cambio ... "con emoción no se puede escribir", sentecia el escritor. Por lo tanto, concluye: hay que defender a toda costa el ocio del artista, y hay que combatir, también a toda costa e inexorablemente, los estados de emoción intensa que perturban la creación artística.
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